Storytelling, el valor de la nueva publicidad digital

Anteriormente pudimos leer en este mismo blog un artículo con cinco claves que te se explicaba una forma de afrontar con éxito una entrevista de trabajo. En la misma línea, el siguiente texto propone una reflexión sobre nuestra actitud personal a la hora de enfrentar la entrevista, intentando penetrar por algunas barreras de la cultura empresarial dominante en nuestro entorno.

Que las reglas del juego han cambiado, es una realidad que ya no pilla por sorpresa a nadie. El avance tecnológico que está viviendo la sociedad en los últimos años ha supuesto una revolución en la forma en la que se relacionan las personas, cambiando por completo sus hábitos, tendencias e incluso, la propia esencia de la comunicación social.

Pero dentro de esta revolución sin precedentes, no son únicamente las personas las que se han visto envueltas en el cambio. El aumento de los canales de comunicación disponibles, el enfoque social cada vez más arraigado de estar permanentemente conectado y la capacidad que hemos adquirido, no sólo para conectar con personas de todo el mundo sino para hablar con ellas y difundir nuestras opiniones y contenidos, ha mermado la capacidad de persuasión que ostentaban las empresas sobre los consumidores, centralizando la fuerza de la conversación en los propios usuarios.

Este trasvase de poderes, ha traído como consecuencia un cambio significativo en la forma en la que cliente y empresa interaccionan entre sí. Lo que antaño era una relación unidireccional en la que la empresa convencía al cliente de comprar sus productos, se ha convertido en una encarnizada batalla entre marcas para ocupar un pequeño espacio en la mente del consumidor, que ahora no sólo piensa por sí mismo, también le dice a la cada empresa lo que quiere y como lo quiere. Pero ya no hay segundas oportunidades, sino lo haces tú, lo hará otro y le compraré a él.

Sin embargo, este cambio de paradigma también ha sido el desencadenante de lo que previsiblemente en los próximos años se trate de la mayor debacle en la historia de la publicidad. La digitalización de las personas ha obligado a dejar atrás el mundo analógico a empresas y a medios y con ello, como era de esperar, a la consiguiente adaptación de la publicidad. Durante esa transición, anunciantes y medios se frotaban las manos gracias a un futuro dorado que internet les había regalado, pero la falta de adaptación al consumidor y el incesante bombardeo al que este ha sido sometido ha propiciado la aparición del mayor enemigo que ha conocido este sector, los adblockers.

Tal es el auge de la problemática con los anuncios digitales y la ardua batalla que están entablando con los mencionados adblockers, que incluso la popular serie de animación South Park, con millones de seguidores en todo el mundo ha dedicado su decimonovena temporada al completo a escenificar la devastadora guerra entre seres humanos, anuncios digitales y adblockers, y aun manteniendo su satírico sentido del humor, su realidad no difiere demasiado de la que el sector de la publicidad digital está viviendo. Y es que actualmente, no nos engañemos, a pesar de la necesidad de la publicidad online para el mantenimiento de este ecosistema digital, los usuarios se han cansado de la forma tan agresiva en la que las empresas intentan vender sus productos, y han decidido no colaborar, aun a riesgo de colapsar el sistema.

A la vista de estas circunstancias, a empresas y marcas no les queda más remedio que lavarse la cara y reinventar un mercado que se ha quedado obsoleto para sus consumidores, con el fin de recuperarlos antes de que sea demasiado tarde. Que la nueva versión le guste a los usuarios si no cambian de modelo drásticamente, ya es otra historia. Y hablando de eso ¿a quién no le gustan las historias?

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Las historias son algo inherente al ser humano, forman parte de nuestro día a día desde que somos pequeños y nos acompañan durante toda nuestra vida sin darnos cuenta. Esa es precisamente la clave de su poder, la capacidad de ocupar una parte fundamental de la vida de nuestros clientes como algo que se mantiene en su mente de forma agradable, activando los sentimientos del consumidor.

Gracias a ello, las marcas pueden conseguir respuestas mucho más eficientes por parte de su público, ya que permiten que sea el propio usuario el que desee el producto a través de sus emociones, además de generar un sentimiento de pertenencia y cariño hacia la marca. Todo esto, en conjunto, favorece una interacción mucho más satisfactoria entre ambas partes, lo que conlleva a una relación más estable, duradera y rentable.

Por tanto, las empresas deben de empezar a aplicar este tipo de técnicas en su estrategia de marketing para poder captar a los clientes de forma no intrusiva y sugerente, pero eso sí, para conseguirlo no se puede hacer de cualquier forma. Las historias deben de estar vivas, ser creativas y emotivas y sobre todo, no ser comerciales. Las historias deben hacer soñar el usuario, enamorarlo, ayudarlo y que lo hagan sentirse cómodo con la marca, hasta el punto de querer compartir su experiencia con todo el mundo.

Las segundas oportunidades no son algo frecuente y si el sector publicitario ya destruyó una vez a la gallina de los huevos de oro por no respetar los límites, más le vale aprenderse el cuento esta vez. De lo contrario, obcecados en una publicidad basada en interrumpir al usuario de forma constante, es más que probable que el usuario también decida interrumpir su relación con nosotros de forma continua. Y esa historia desde luego, no va a tener final feliz para nadie.

 

Alejandro Gómez, Programa Marketing Digital Generation Spain Madrid

Alejandro Gómez